jueves, 2 de junio de 2011

El último dragón blanco (capítulo 1)

Cristian y Arturo llamaron a sus amigos gritando pero nadie contestaba, así que decidieron ponerse en marcha a ver si encontraban la casa. El espesor de aquel bosque era increíble, miraran donde miraran nada más que veían árboles, sabían que era de día porque las altísimas copas dejaban pasar algo de luz y si fuera de noche seguramente no podrían ver nada en absoluto. De pronto se oyó un espeluznante sonido agudo que parecía de procedencia animal, lo cual asustó a Arturo.
— ¿Qué ha sido eso? Jamás en mi vida he oído nada igual
—No lo se, pero suena bastante lejos, sigamos.
Continuaron andando por aquel bosque, lo cual era muy difícil, ya que los troncos de aquellos enormes árboles estaban muy juntos entre sí y tenían que ir esquivándolos. Además no había forma de orientarse, por lo cual no podían saber si avanzaban, retrocedían o simplemente andaban en círculos.
Pasado un buen rato de dificultosa andadura se volvió a oír aquel chillido, esta vez fue más desgarrador que el anterior, provocando incluso que Cristina se sobresaltara.
— ¿Lo has oído?— Dijo Arturo, — creo que nos sigue.
Una enorme sombra pasó velozmente por detrás de ellos, provocando una corriente de aire helado que les acarició la nuca, haciendo que se giraran aterrados sin poder ver qué era.
Siguieron avanzando con cautela, mirando en todas direcciones, llegando a un claro del bosque el cual formaba un círculo en el que no crecían árboles desde el que se podía ver por fin el cielo.
— Esto no me gusta
— ¿Qué quieres decir Cristian?
En ese momento una enorme criatura salió de entre de los árboles, jamás en la vida habían visto nada igual, era un enorme animal con la cara y el cuello de un gallo, con una gran cresta roja, el cuello y la cola eran de reptil con grandes escamas, tenía unas grandes a la vez que horribles alas de murciélago, debajo de su cuerpo salían cuatro patas a cada lado de duras escamas, su ojos eran de un rojo muy intenso. Giró la cabeza y se quedó mirándolos fijamente, era espeluznante, en ese momento bajó la cabeza y cargó a gran velocidad contra ellos, Cristian se apartó de un gran salto hacia la izquierda, Arturo salto en la otra dirección, provocando que la criatura fallara su ataque, giró la cabeza viendo como uno de los muchachos, Arturo, quien se quedó acorralado entre la criatura y los árboles, lanzó su ingente pico contra él clavándoselo en el pecho.
— ¡Nooo!— grito Cristian.
En ese momento y lleno de rabia por ver como atacaba a su amigo cogió una piedra del suelo y la lanzó contra la criatura, la cual al oír el grito se giró para ver que era, lo que hizo que la piedra impactara en un ojo. Lanzó un chillido de dolor que provocó que las piernas de Cristian temblaran de terror fallándole las fuerzas  cayendo al suelo.
— ¡Cristian, ayúdame!— grito aterrorizado su amigo.
Era increíble, Arturo tenía los pies convertidos en piedra, convirtiendo a cada segundo un palmo más de su cuerpo en piedra. Cristian se acercó corriendo, cogió a su amigo.
—Tranquilo Arturo, yo te ayudaré.
La piedra iba subiendo ya por su cuello, y éste miraba a su amigo con cara de terror.
— ¡Socorro!,¡Soc
Ya no pudo decir nada más, su amigo ahora era una figura de piedra, Cristian se vino abajo, derrumbándose al suelo de rodillas y rompiendo a llorar.

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