lunes, 27 de junio de 2011

El último dragón blanco (capítulo 9)

Fueron recuperándose del esfuerzo de la huída, pero notaban las piernas entumecidas. El sol nacía por el horizonte llenando poco a poco aquel lugar gris y sin vida de calor y luz, iban descendiendo y llegaron a la orilla del lago. Olía a podrido, el agua estaba helada y oscura.
—Deberíamos fabricar una barca— comentó Luis.
Todos asintieron y empezaron a buscar árboles con el suficiente grosor para hacer una balsa de troncos.
—Es imposible, todos los árboles de este lugar están podridos por dentro— la voz de Cristian sonaba con desesperación y abatimiento.
Se sentaron y comieron un poco de las asquerosas tortas saciantes. Laura se levantó, necesitaba andar un poco, estaba cansada de ese mundo, quería volver a casa. Cristian la observó, esperó unos segundos a que se alejara y salió tras ella lentamente.
— Sería mejor que no te alejaras mucho, puede que existan criaturas que les guste la carne de Lauras.
—Que tonto eres— en su cara pareció una débil sonrisa.
—Así es como me gusta verte, verás como conseguimos salir de esta.
—Perdone que lo dude, Cristian, este lugar es tan hostil que dudo incluso que sobrevivamos.
Iban caminando mientras Cristian intentaba animar a Laura, la cogió de la mano, la notó tensa. Cristina empezó a preocuparse, tenían que rescatar a Arturo y hallar la forma de regresar a su mundo, pero los ánimos comenzaban a decaer. Algo llamó la atención de Cristian.
—Mira Laura, allí en la orilla.
Era una barca, lo suficientemente grande como para albergar a los cuatro, y con remos. Cristian subió encima, parecía robusta.
—Aguantará. Laura avisa a Luis y Ana y diles que vengan corriendo, vamos a rescatar a Arturo. Verás como todo va a salir bien.
Laura asintió con la cabeza se acercó a Cristian y le dio un beso en la mejilla. Aquel beso llenó a Cristian de calor, << saldremos de esta, estoy seguro>> de dijo para sus adentros.
Era cerca de medio día, los cuatro amigos iban en la barca, Cristian y Luis remaban, cada uno con un remo.
— ¿Seguro que hay una torre en medio de este lago? No  se consigue ver nada. —La voz de Ana era de preocupación— ¿no estaremos dando vueltas?
—No, Ana, tranquila, mira la orilla. — Dijo Luis para tranquilizarla— vamos en línea recta, corté las ramas de aquel árbol para reconocerlo y poder guiarnos.
Conforme el sol fue llegando a lo alto del cielo una extraña niebla se elevaba del mar, era fría y espesa. <<Esto se pone feo>> pensó Cristian, pero no quiso decirlo en voz alto para no preocupar a los demás. Remaban lentamente pues el agua de aquel lago parecía más espesa de lo normal, empezaron a tener frío. La barca empezó a moverse como si las olas del mar la mecieran.
—Que extraño— dijo Luis hablando para si pero en voz alta, — en los lagos no hay corrientes, no es normal que la barca se mueva así.
Cristian miró a todos a la cara y observó terror en sus ojos. La niebla los rodeó, miraran a donde miraran solo se veía el gris de la niebla, la barca empezó a moverse más.
—Me estoy mareando, gritó Laura, tengo ganas de vomitar.
Se acercó a la borda y devolvió, un ola golpeó la barca por el lado contrario de donde se encontraba Laura y la lanzó al mar.
—¡¡Laura!!— Gritó Cristian, soltó su remo y se lanzó a socorrerla.
Luis los ayudó a subir a la barca, Observo la cara Cristian, algo le preocupaba.
— ¿Qué te pasa Cristian?
—Algo me ha tocado la pierna bajo el agua— dijo en voz baja para que Ana y Laura no lo oyeran— prepárate para lo peor.
La niebla se levantó un poco, dejando ver el mar, pero no mucho más de unos diez metros de profundidad, la barca fue dejando de balancearse poco a poco, ya no había olas.
— ¿Qué… qué es eso?— logró pronunciar Ana.
Unas burbujas se aproximaban hacia la barca.
— ¡¡¡Preparaos para el impacto!!!—Gritó Cristian— ¡¡agarraos fuerte a la barca!!
Las burbujas fueron ganando velocidad, una enorme cabeza emergió del mar, era un Kraken, una especia de calamar gigante, sus aterradores ojos rojos se posaron sobre la barca, el mar empezó a hervir, burbujas, olas y corrientes agitaron la barca. De repente un enorme tentáculo salió de las oscuras aguas y lanzó la barca al aire partiéndola en mil pedazos. Los cuatro amigos se precipitaron al mar aterrados.
— ¡Laura!, recuerda tu botellita, tu poder era respirar bajo el agua— Cristian el alargó su espada— cógela, nosotros intentaremos atraerlo. ¡Ana! Tu poder— le costaba hablar pues el mar estaba embravecido y tragaba agua, además era muy costoso mantenerse a flote en esas espesas y frías aguas. — Tu poder es el de volar, bebe y con tu arco ataca a la criatura. Luis, tenemos que hacer lo imposible por protegerlas.
—Tranquilo— contestó Luis— podremos con esta criatura.
Laura descorchó su botellita y tomo un sorbo, notó un ligero cosquilleo en su cuello. Se tocó. Branquias, le habían salido branquias, metió la cabeza bajo el agua, el agua fluía por su cuello y notaba como su garganta se llenaba de oxigeno. <<Estupendo>> pensó, agarró la espada de Cristian con fuerza se sumergió y nada hacia el animal. El Kraken soltó un latigazo con uno de sus tentáculos golpeando a Luis, quedó inconsciente flotando en el agua. Cristian nadó para socorrerlo y que no se ahogara, reparó en que algo le abrazaba fuertemente el cuerpo. Otro tentáculo emergió del mar y los levantó en el aire, estaban atrapados, el tentáculo bajó y los introdujo bajo las gélidas aguas. <<Intenta ahogarnos>> le vino a la mente a Cristian. Ana observó todo aterrorizada, el Kraken volvió a sacarlos del agua, Cristian escupía agua, Luis yacía inerte.
—¡¡Ana!!— consiguió pronunciar escupiendo agua— usa tu botella y ataca con tu arco desde el cielo o moriremos todos.
Ana salió de su estado abrió la botella y tomó un poco de aquel asqueroso líquido. Unas alas brotaron de su espalda, se movían frenéticamente, eran pequeñas y transparentes como las de un insecto, se elevó sobre el mar, colocó una flecha en su arco tensó la cuerda y una flecha silbó por el aire. Se clavó en un ojo. Al mismo tiempo Laura desde las profundidades clavó la espada en la boca del Kraken. Un rugido llenó el lago. Heló la sangre de todos los amigos. El Kraken empezó a escupir tinta, el chorro empujó a Laura a las profundidades. Cristian sintió dolor, el Kraken apretó con más fuerza, los iba a triturar. Cogió su botella y bebió. El líquido le quemó mientras bajaba por su laringe y su estómago, perdió la conciencia. Un dragón clavó su mirada en él, abrió la boca y le escupió una bola fuego. Cristian se estremeció, todo su cuerpo se envolvió en llamas, despertó, el Kraken notó calor en el tentáculo, se quemaba, los levantó por el aire y los soltó. Luis cayó sordamente al mar, Cristian se agarró al tentáculo, subió en el y empezó a correr hacia la cara del monstruo. Cerró su mano y una espada flamígera nació de su puño. Ana observó atónita, era increíble. Cargó su arco con otra flecha, el animal con su único ojo sano observó las intenciones de Ana y le lanzó otro tentáculo, Ana no logró esquivarlo, le golpeó con violencia dejándola sin conocimiento, se precipitó hacia el mar. Cristian corría por uno de los tentáculos, el Kraken vio sacudiendo el tentáculo violentamente, pero Cristian parecía pegado a él. A escasos metro de su cabeza Cristian dio un enorme salto, con sus dos manos asió la espada flamígera y la colocó tras su cabeza, mientras caía sobre la cabeza del animal la descargó con furia, vio el cuerpo inerte de Laura tras el Kraken. La espada de fuego seccionó la cabeza del animal provocándole una enorme herida mortal. El cuerpo del monstruo quedó sin vida flotando en el agua. Cristian se quedó de pie encime de los restos del animal, sus ojos no eran humanos, sus pupilas vomitaban fuego, vio los cuerpos de Laura, Luis y Ana flotando en el mar. Intentó ayudarles, pero no se podía mover, no tenía fuerzas, estaba exhausto. Le costaba respirar. Se desmayó.

No hay comentarios:

Publicar un comentario