viernes, 10 de junio de 2011

El último dragón blanco (capítulo 3)

Cristian se despertó, le dolía la cabeza, estaba muy desconcertado, no sabía dónde estaba, era una extraña habitación, con las paredes de madera, el techo era de unas extrañas hojas verdosas de un tamaño enorme, la cama también era de madera, pero talladas de forma exquisita.
— ¿Cómo te encuentras?
Cristian intentó incorporarse pero le dolía demasiado el hombro.
— Tranquilo Cristian, tienes que recuperarte de tus heridas.
— ¿Laura?— pronunció  al conseguir girarse y ver de quien era esa suave voz.           — ¿Cómo he llegado hasta aquí?
— Uff, es una larga historia.
Le contó lo asustada que estaba cuando al caer a aquel bosque no conseguía encontrarle ni a él ni a Arturo, que se pusieron a llamarles y a buscarles, pero no consiguieron dar con ellos, que lograron dar con una gruta y se internaron en ella. Le explicó que era increíble lo que allí vieron, como los túneles estaban expertamente tallados en la propia roca, lo grande que era  la estancia a la que les condujo la gruta, prosiguió con el pasillo que ascendía y como encontraron una sala llena de celdas en la que se encontraba aquel elfo al cual liberaron, que vieron como les perseguían y salieron corriendo, saliendo de aquellos túneles. Creían que todo estaba perdido cuando les rodearon, pero en ese momento apareció él, logrando tumbar a uno de ellos. Le explicó que cuando los enanos le golpearon en la cabeza apareció un ejército de elfos, los cuales vestían igual que al que liberaron. Empezaron una encarnizada lucha con aquellos seres logrando aniquilar a todos. Cogieron a Cristian y lo llevaron a su poblado. Una vez allí les dijeron que habían rescatado al hijo del jefe de la tribu y que estaban muy agradecidos por ello, y que serían acogidos en su poblado como invitados.
—Pero, ¿qué le ha pasado a Arturo?
—Es una historia bastante extraña, estábamos perdidos en aquel bosque intentando encontraros cuando un basilisco nos atacó, yo conseguí esquivarlo pero Arturo no, le clavó el pico y lo transformó  en piedra. Laura todo esto es muy raro, elfos, enanos, basiliscos... Son seres fantásticos, no existen, ¿qué es lo que está pasando?
—Me temo mi querido amigo que eso sólo te lo puedo explicar yo— sonó una anciana voz.
Era el padre de Dhuar, el elfo que Laura y los demás consiguieron rescatar, a pesar de su voz anciana, era un ser alto, fino pero fibroso, con rasgos de persona adulta pero que conservaba una gran belleza, vestía una túnica verde pálido, del mismo color que las hojas que hacían de techo de aquella cabaña.
—Verás hijo, estás en las tierras de Ugrundor, es un mundo paralelo al vuestro, en el cual todos los seres los cuales vosotros llamáis fantásticos o mitológicos existen. Vosotros los conocéis porque al igual que habéis conseguido llegar a nuestro mundo, hay gente de estas tierras que ha ido al vuestro, y ha escrito lo que en vuestro mundo se conoce como cuentos, pero que en realidad, son historias de aquí.
—Un momento— dijo Cristian— esto es muy desconcertante, ¿qué pintamos nosotros en todo esto?
—Verás, existe una leyenda que lo explica todo.

La leyenda del Último Dragón Blanco
Hace muchos años, al principio de todos los tiempos cuando el mundo acababa de nacer y aún no había seres de ningún tipo habitándolo, el dios de la luz creó un dragón, este era blanco, de un color puro. Su piel era del blanco más celestial que pueda existir, su tamaño era descomunal y su personalidad bondadosa. El dios de la oscuridad al ver esto pensó, dada su naturaleza oscura y envidiosa, que el dios de la luz dio vida a este ser para apoderarse del nuevo mundo, así que dio vida a un dragón del negro más oscuro fruto del odio, y mandó atacar al dragón blanco.
La lucha que se desencadenó fue algo fuera de toda regla natural, se desencadenaron vientos jamás habidos, al escupirse fuego formaron los continentes al evaporar el agua, ésta al caer a la tierra en forma de lluvia creó los ríos y los lagos. El combate fue extremadamente agresivo, tanto que a cada golpe se iban desprendiendo las escamas que formaban sus cuerpos desintegrándose poco a poco. Al ser seres creados por dioses eran seres mágicos,  así que al caer sus escamas a la tierra y al mar fueron creando los seres que ahora pueblan este mundo. Los razas creadas eran la mezcla de los trozos de escamas caídos, en distinta proporción de pureza y odio, dando todo ello lugar a que los seres fueran más bondadosos o malignos, creando entes puros y entes oscuros, aunque dentro de cada uno de ellos hay un poco de odio o algo de bondad, según como se mezclaran las escamas, por eso ningún ser es del todo bueno o del todo malo. La contienda finalizó con la muerte de ambos seres, éstos tiene la peculiaridad de que la escama que protege su corazón tiene un poder de regeneración, la escama del dragón blanco negro cayó en el norte, la cual era una zona oscura y pantanosa, allí germinó en aquellos terrenos putrefactos, dando a luz con el paso de los siglos al señor de la oscuridad Karkroll, señor de todas las criaturas oscuras. Esclavizó a todos los seres que habitaban la zona y construyó una inmensa fortaleza conocida como la puerta del infierno. Sometió a un odio intenso a las criaturas más fuertes creando así su ejército del mal.
La escama mágica del dragón blanco cayó al sur, en una zona de bosques, rodeada de un río rica en vida. Ésta germinó dando lugar a un gran hombre, poderoso a la vez que benigno, era conocido como Ergestor, creó la ciudad de Prosperius, dando cobijo a todas las criaturas del lugar, todos trabajan juntos por el bien de la ciudad, lo que hizo que progresara muy rápido, el señor del mal enfureció al ver que todos eran muy felices, así que decidió atacarla. Ergestor levantó una muralla y preparó a sus habitantes para la gran batalla. La contienda fue de una brutalidad extrema, las fuerzas oscuras mataban y mutilaban sin dudar, y las tropas de la luz se defendían a duras penas. Murió más de la mitad de la población de este mundo. El ejército oscuro consiguió entrar en la ciudad y cercar la huida de Ergestor. Karkroll lo ensartó con su espada sin ningún tipo de piedad, haciéndose amo y señor de todo Ugrundor, que es el mundo paralelo al vuestro. Lo que el señor oscuro no sabía es que Ergestor engendró un niño con una mujer de la ciudad de la cual estaba enamorado. Durante la batalla, consiguieron esconder al bebé en una cueva al este de la ciudad ya en ruinas, el señor oscuro se enteró de esto gracias a las torturas a las  que sometió a todos los habitantes de la ciudad y mandó a un batallón para que acabaran con la vida del primogénito. La madre vio como se acercaban y huyó. Se internó en un bosque muy frondoso el cual casi no le dejaba avanzar, las tropas se fueron abriendo paso hasta que llegaron a un precipicio, en el cual se encontraba la mujer con el bebé en brazos, esta los miró horrorizada y cayó de rodillas consumida en un agónico llanto, el jefe del batallón se acercó, se quedó mirándola y sin atisbo de piedad le atravesó la garganta con una lanza, muriendo asfixiada con su propia sangre. Cogió al bebé de un pie y se asomó al acantilado, este tenía una caída de más de doscientos metros al fondo del cual corría un río salvaje creando rápidos y salpicando espuma, el jefe soltó al niño dejándolo caer al fondo. Sobrevivió de forma inexplicable, tal vez porque era el hijo del señor de la luz. Un joven que habitaba esas tierras encontró al niño llorando en un badén del río y lo llevó a su pueblo,  se lo mostró al anciano de su pueblo. Le puso las manos en la frente y tuvo una horrible visión, vio al señor del mal cortando la cabeza del pequeño, advirtió también que el bebé poseía un gran poder y ello ponía al poblado en peligro ya que el señor oscuro podría saber que el niño estaba allí y aniquilarlos a todos. Se fue a las afueras del poblado donde había un círculo de piedras las cuales eran mágicas, consiguió abrir un portal que daba a tu mundo mandando allí al bebé. Fue acogido por un orfanato, así lo llaman en tu mundo.
— Esa historia es digna de una película, pero no entiendo que tiene que ver conmigo— dijo Cristian.
— Verás hijo mío, cuenta la leyenda que cuando ya no exista esperanza vendrá el último dragón blanco empuñará las armas de su padre y liberará la ciudad de Prosperius de la oscuridad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario