domingo, 15 de julio de 2012

Bartoman

Este relato está basado en hechos reales, sólo que aún no han ocurrido.
Bartolo era un hombre que rondaba los cuarenta años, vivía en Aspe un pequeño pueblo de la provincia alicantina. No estaba casado, vivía en una casa baja grande que sus padres le habían dejado al morir. Fue trágico, sus padres eran de Tomelloso, un pequeño pueblo situado al lado del grandioso Socuéllamos. La gente de aquellos lares es conocida por ser más bastos que un “arao”. Los padres hicieron dinero con unas tierras y decidieron probar suerte por el levante comprando unos terrenos para plantar viñedos. Una noche de borrachera, Constantino, el padre de Bartolo estaba en el bar con los amigos bebiendo y tuvo lugar una trágica cadena de acontecimientos que aún a día de hoy nadie se explica. Todo empezó con un objeto, una bomba de dar aire a las ruedas de las bicicletas, seguido de un comentario con cierta carga homosexual “meterte el pitorro por el culo y dar aire”, seguido de la frase que más daño puede causar en el orgullo de un hombre, esa frase que ha desencadenado guerras, que ha hecho que el ser humano sea capaz de superar su estupidez hasta límites insospechables, esa frase es… “A que no hay huevos”. Pues sí, hubo huevos, huevos, tripas reventadas y un muerto por desangramiento anal. La madre de Bartolo, Adolfa, murió en el acto al recibir la noticia. Bartolo tenía 12 años cuando sucedió todo aquello, nadie en el pueblo hablaba de eso, se crió sólo, bueno, una vecina, “La Aurelia” se encargaba de llevarlo al colegio, vestirle, darle la comida… era como su "mayordoma", era una mujer bajita y gorda, gorda es poco, era tan gorda que si le tirabas huesos de aceitunas estos se quedaban girando alrededor de su cuerpo como si fueran satélites.
Fueron pasando los años, dejó el colegio a los trece años incapaz de realizar sumas de dos cifras, tuvo un enfrentamiento con su profesora de lengua ya que no comprendía el por qué de la existencia de las letras “b” y “v” si total se pronunciaban igual, discusión que se vio avivada tras la letra”h”, lo que produjo que Bartolo sacara su navaja de siete muelles para rajar a la maestra ya que pensaba que se estaba riendo de él por lo que fue expulsado. Desde entonces trabajaba en la misma empresa situada a las afueras de Aspe, su vida era monótona, todos los días la misma historia, el despertador sonaba a las cinco de la mañana, se duchaba cogía su derbi variant y se iba a la fábrica que había a las afueras del pueblo. Allí la luz artificial de las lámparas lo inundada todo con un sordo sonido eléctrico y empezada su dura jornada. Las cintas se ponían en marcha y empezaban a llegar, macho, macho, hembra... Bartolo era sexador de pollos.
Un día en el descanso para almorzar, Bartolo se alejó de los demás, se puso de cuclillas junto a un árbol y empezó a leer el periódico, la cara le empezó a cambiar, gotas de sudor empezaron a caer por su rostro, la ira inundó su faz tiñéndola de rojo sangre, hasta que al final lo logró. Un zurullo de dimensiones enormes yacía plácidamente en el suelo, emitía calor.
—Yo te bautizo como Andrés— dijo Bartolo orgulloso.
Se limpió el culo con el periódico, sacó un bocadillo envuelto también en papel, de periódico y comenzó a leerlo mientras comía. “Bacala se hace famoso tras burlarse de la Guardia civil en un control, pin pam toma lacasitos se hace famoso”, “Rafa mora se hace tronista y gana mucho dinero opinando sobre las relaciones de los demás”, “Nace una nueva generación conocida como los ninis”.
Bartolo no pudo seguir leyendo. El mundo tal y como lo conocemos se va a la mierda, y él no iba a dejar que eso sucediera, Vengaría la muerta de sus padres. Decidió dejar el trabajo, total hace dos años le tocó un sueldo para toda la vida de nescafé e iba bien de dinero. Tenía un plan. Al igual que batman él era un niño huérfano, con dinero, cobraba dos mil euros al mes para toda la vida, por lo que lo vio claro. ¿Cuál es la ciudad de España con más bacalas de España? Alicante, y él vivía a poca distancia, aunque de todas formas tendría que irse a vivir allí. Al llegar a casa le comentó su idea a Aurelia.
—Aurelia, lo veo claro, he decidido luchar contra el crimen.
—Hijo eso es algo que me llena de orgullo, pero ¿Cómo lo vas a hacer?
—Me voy a ir a vivir a Alicante, cuna del crimen, y bajo una identidad oculta lucharé contra el mal con todas mis fuerzas.
—Mi sobrina, la Eulalia, tenía un piso en Alicante, por la avenida de Alcoy creo recordar, tengo aquí la llave, me la dejó por que al casarse con Juan, no le hacía mucha gracia tener otra vivienda y fue entonces cuando…
—Por dios Aurelia cayese ya y ayúdeme a hacer las maletas.


Bartolo llegó a Alicante junto con su obesa cuidadora la Aurelia, se instalaron en el piso, como hacía buen tiempo decidió salir y pensar en la calle sobre su nuevo personaje. No tenía ningún poder, pero había un super héroe que al igual que él aún sin poderes logró limpiar su ciudad, batman, todo lo consiguió con dinero y él también tenía dinero, junto con su sueldo de nescafé para toda la vida y sus ahorros como sexador de pollos empezó por el principio, el uniforme. Ese día había mercadillo en Alicante así que fue a echar un vistazo, había muchos puestos de ropa pero vio uno que le gustó, era de ropa deportiva así mejor para estar más ágil, lo quería negro para confundirse con la oscuridad por lo que se compro la copia del chandal del madird. Tras dejarlo en su casa se dio una vuelta por la ciudad, llegó al parque lomorant, pulmón de alicante, es como central park pero mucho más pequeño y lleno de jóvenes fumando porros. Se sentó en un banco frente a otro con dos ancianos, cuando de pronto dos sudamericanos de esos que no saben ponerse la gorra y la llevan de punta hacia arriba y con pantalones que parecen que se han cagado y camisetas 7 tallas más grande ya que se ve que no saben leer las etiquetas se acercan a ellos.
-Oigan viejos este parque es nuestro y tienen que pagar por estar aquí- dijo uno de ellos con voz de antiguos dibujos animados.
Los abuelos asustados se miraron sacaron un billete de veinte euros y se lo dieron. Bartolo notó como el odio y el resquemor crecían en su interior, quería intervenir pero no lo podía hacer a cara descubierta y vestido normal, era un super héroe y estos actúan con trajes. Se levantó y se fue corriendo a su casa, el parque estaba a unos tres kilometros así que llegó sudando, ademas hacía calor ya que era julio. Se puso el chandal negro y al ir a salir se dio cuenta de que no tenía mascara, abrio un cajón del pequeño mueble que había en la entrada y sacó una mascara de cartón amarilla de esas que dan en las bolsas de cotillón "esto servirá pensó" y salió corriendo en dirección al parque. No calculó que era cuesta arriba y cuando llegó ya habían pasado dos horas, había atardecido y no quedaba nadie en el parque, además con el sudor se le estaba deshaciendo la mascara de cartulina. cabizbajo volvio a su casa, estaba claro necesitaba un vehículo, ese iba a ser su principal cometido ahora, pero sólo tenía la licencia de ciclomotor, la búsqueda sería dura.


Leyendo el periódico información encontró un anuncio, un tal Josele vendía una derbi variant con tubarro, era lo que necesitaba, además tenía experiencia porque era la que tenía en Aspe. Quedó telefónicamente con él en la bola de oro, una conocida plaza del barrio carolinas altas de alicante, grande y luminosa repleta de niños corriendo, pegando patadas al balón y como no podía ser de otra manera en Alicante bakalas fumando porros. La Variant no estaba en mal estado, era vieja pero tenía pocos kilómetros, a Bartolo le enamoró su sonido al acelerar. 
-Trato hecho
-Suelta los cien euros "pringao".
Bartolo cogió su nuevo vehículo y se encaminó a la gasolinera más cercana a llenar el depósito de mezcla de gasolina y aceite. Ya estaba preparado para luchar contra el crimen. Los malos temblarían de miedo al oír el inconfundible sonido de su variant dirigiéndose hacia ellos. 
Esa misma noche decidió salir de patrulla, arrancó su derbi y dio una vuelta por las calles estrecha de la zona del barrio de  campoamor. Al ser verano la gente dormía con las ventanas abiertas, la moto de Bartolo hacía un ruido infernal en esas calles tan estrechas que hacían efecto chimenea y amplificaban el ruido. Pronto empezaron a lloverle insultos desde las ventanas.
-¡Imbécil tira esa moto a la mierda!
-¡Como baje te vas a enterar mermao mental!
Incluso una maceta tirada desde un segundo le dio en la cabeza y le hizo una pequeña brecha. Salió a toda velocidad de aquellas calles y al doblar una esquina le paró la policía local.
-Así que circulando con escape libre y sin casco... 
Seiscientos euros de multa fueron el resultado de una noche de patrulla contra el crimen. Pero Bartolo, digo Bartoman no se rinde jamás, al día siguiente le puso a su Variant un escape homologado y se compró un casco tipo "calimero", eso sí, negro.
La siguiente noche volvió a salir, ahora la derbi era mucho más silenciosa pero había perdido mucha potencia. Estaba realizando una patrulla por la zona del centro de Alicante cuando, ya bien entrada la madrugada, vio a un moro reventando el cristal de un Ford Mondeo. Paró su ciclomotor.
-Alto malandrín- dijo con pose heroica alzando su mano y señalando al moro.
-¿Malandrín?- repitió con sorna el moro- Aaaaaa "jifi", ¿de dónde salir con esa ropa?
De pronto otro moro salió de dentro del vehículo.
-"Dimosle" paliza mohamed- le dijo al primer moro.
Salieron a por Bartoman quien tuvo que correr hacia su Variant, esta no arrancaba, se había ahogado, giró el puño para ponerla en modo bicicleta y con todas sus fuerzas empezó a darle a los pedales. No consiguió avanzar casi nada, los árabes le dieron una paliza y lo dejaron inconsciente robándole la moto. Recuperó la consciencia dentro de una ambulancia llegando a la puerta del hospital.

Al día siguiente fue La Aurelia a visitarle.
-Bartolo tienes que dejar de hacer estas tonterías, un día de estos te van a matar.
-Tengo que luchar contra el mal, además no me han hecho nada.
-¿Nada? Te han roto el pómulo, no saben si podrás volver a ver por el ojo izquierdo y tienes rotas tres costillas. ¡Estás vivo de milagro! Sin mencionar que te han robado la moto y la cartera. 
Bartolo giró la cabeza y se quedó mirando por la ventana, mirando a lo lejos, evadiéndose de su maltrecho cuerpo mientras La Aurelia no paraba de hablar, en el fondo tenía razón, ¿qué podría hacer él contra el crimen? Lo mejor era volver a su pueblo y seguir sexando pollos.