lunes, 13 de junio de 2011

El último dragón blanco (capítulo 4)

El sabio del poblado llamado Erlond, decidió que Cristian no estaba del todo curado de sus heridas, por lo que su hijo junto con el resto de amigos saldrían en busca del animal que convirtió en piedra a Arturo.
Iban ya por aquel espeso bosque recordando las palabras de aquél.
— Sólo matando a la bestia que hirió a vuestro amigo éste recuperara su estado natural.
Resultaría difícil encontrarla ya que aquel bosque parecía enorme y se avanzaba muy lentamente. Salieron a primera hora de la mañana, cuando todavía no había salido del todo el sol por el horizonte, pero ya había suficiente luz como para ver sin necesidad de antorchas. Llevaban provisiones para unos tres días, cada uno las portaba en unos pequeños zurrones hechos de piel,  muy desgastados, que llevaban colgados al hombro. Dentro de cada uno había otro recipiente de piel, en forma de media luna, con un palo de caña que se introducía dentro del receptáculo, tapado con un pequeño tapón del cual portaban agua. Además llevaban unas rodajas de carne de un pájaro de la zona bastante parecido al pato pero más pequeño, su sabor no era muy bueno pero teniendo hambre se podía comer, además era muy saciante, bastaba con un par de rodajas para estar alimentado para el resto el día.
Anduvieron durante todo el día, aguantando un insoportable calor, al llegar la tarde se levantó un poco de aire, el cual era de agradecer ya que era fresco y aliviaba la atmósfera cargada de humedad.
— Tenemos que montar el campamento rápidamente— dijo Dhuar con tono de preocupación.
— ¿Por qué, hay algo peligroso más adelante?
 No, Ana, simplemente es que va a caer tormenta y deberíamos cobijarnos, ya que pronto anochecerá y hará frío, mojados podríamos enfermar.
Todos hicieron caso al elfo y se pusieron a montar el campamento, eligieron una pequeña zona en forma de óvalo de la cual solo crecía una hierba alta que llegaba a las rodillas, pero era el único lugar posible donde acampar. Arrancaron unas cuantas matas y sacaron unas telas verde oliva que se confundían perfectamente con la maleza existente en aquel bosque. Las telas estaban enrolladas con unos palos los cuales se montaban en forma de semicírculo configurando el esqueleto, al cual al ponerle la tela se convertía en una tienda de campaña natural. La clavaron al suelo y se metieron en el interior. Era una tienda pequeña pero cabían los tres amigos y el elfo. Empezó a oírse unos truenos que hacían retumbar el suelo, Laura y Ana estaban muy nerviosas.
— Tranquilas chicas, es difícil que un trueno nos alcance en un bosque tan denso, comamos un poco y durmamos para mañana tener suficientes fuerzas y así recuperar el terreno que hemos perdido por la tormenta.
Las dos chicas hicieron caso a Luís y sacaron unas rodajas de aquella carne, todos comieron, no con mucha gana ya que era asquerosa pero se saciaron enseguida.  Fuera iba oscureciendo a la vez que una lluvia torrencial caía sobre la tienda, parecía que iba a aplastarla con ellos dentro, no pudieron pegar ojo.
Era ya de madrugada cuando de repente Ana se levantó asustada.
— ¿Qué es eso?
— El animal que perseguimos nos ha encontrado— le contestó el elfo que estaba agazapado junto al puerta de la tienda con la mano aferrada a su espada—. No hagas ruido la criatura cree que estamos durmiendo.
Fuera había dejado de llover pero estaba todo encharcado y lleno de barro, por lo que se oía los pasos de la bestia chapoteando a cada pisada, se acercó a la tienda y se puso a olisquearla, se podía notar como bufaba a través de la tela.
— ¡AHHHH!— gritó Laura al notar el aliento de la criatura.
Todos se levantaron, el animal al escuchar el grito se abalanzó sobre la tienda y la arranco del suelo, al ver la criatura mezcla de gallo, reptil y murciélago se quedaron inmóviles, sin saber a penas que hacer.
— No os quedéis parados o ese animal os convertirá en piedra si os toca con su pico— gritó Dhuar.
Los tres amigos sintieron pánico y salieron corriendo cada uno en una dirección distinta, el basilisco dudó a quien atacar lo cual aprovechó Dhuar para ponerse delante de él y gritarle. La bestia corrió hacia donde estaba el elfo para atacarle, logró esquivarle justo antes de que le acertara con el pico, cayó a la derecha del animal, levantó rápidamente su espada atravesándole las tripas, cayó sangre en la cara del elfo, sacó su arma y se apartó ágilmente, ya que el animal cayó muerto sobre el. Levantó una gran cantidad de agua y barro al caer pesadamente en el suelo, los tres amigos salieron celebrando la victoria corriendo hacia Dhuar para ayudarle a levantarse.

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