domingo, 19 de diciembre de 2010

El relato sin título capítulo 5

Estuvimos todo el día dando vueltas por la zona en la que me crucé con el chaval. El agente Garmendia y la agente López interrogaron a varios confidentes sin poder sacar nada en claro. -La cosa no pinta nada bien- dijo Garmendia con preocupación.

-Tengo una idea.
Todos miramos a la agente López para que prosiguiera.
-Le tenderemos una trampa. Tu iras a tu cita con un falso paquete, se lo mostraras al contacto y entonces entraremos nosotros en juego.
Me dirigía con paso poco firme a mi cita. En el bolsillo llevaba un paquete exacto en tamaño y forma. Llegue al lugar acordado. Ya era de noche. Llevaba todo un día sin dormir. La humedad mojaba la ropa. Encima me hacian esperar. Diez minutos mas tarde apareció un hombre alto vestido con un largo chaquetón negro.
-Dame el paquete.
Su voz era grave y firme. Metí la mano en el bolsillo para cogerlo y entregarlo cuando de pronto un liquido me salpico la cara y el hombre que tenia enfrente cayo sin vida al suelo. Me toque la cara. Era sangre. No era mía. Eché un vistazo al cadáver. Le habian disparado a la cabeza. Intenté salir corriendo pero choque con el agente Garmendia.
-¿Qué esta pasando?
Saco una pistola automática con silenciador y me disparo en la cara. 
Garmendia volvio a la berlina con cristales tintados.
-¿Todo arreglado?
-Si jefa.
-¿Te dio el chaval el paquete?
-Ese chiquillo enganchado a la coca en base nunca me ha fallado. El paquete esta en tu despacho.
-Bien, entonces doy por cerrado la fuga de de informacion.

jueves, 16 de diciembre de 2010

El relato sin título capítulo 4

El sol se desperezaba por el horizonte alargando las sombras fantasmalmente. Me dirigía a casa y la cabeza no paraba de dar vueltas a todo lo ocurrido. Me estaba embotando. Tras varias calles y cansado llegué a la puerta del edificio donde vivía. Subí las escaleras. Me moría de ganas de darme una ducha y dormir unas horas. Abrí la puerta y se me vino el alma a los pies. Estaba todo revuelto. Parecía que habían entrado a robar pero no faltaba nada. La ducha tendría que esperar. Volví por el pasillo para cerrar la puerta y ordenar todo. Al cerrar vi una nota atravesada por un destornillador clavado en la puerta. "Tienes veinticuatro horas para devolver el paquete. Te esperamos en la calle Tridente, se puntual.". Corta y concisa. Faltaba "o morirás " pero se suponía. Dejé todo tirado y salí a la calle en busca del chiquillo que me quitó la mercancía, el sol cogía fuerza llenando poco a poco la calle de un agradable calor. De pronto de una berlina con los cristales tintados salieron un hombre y una mujer trajeados, me agarraron por el brazo y me introdujeron en el coche.
-Buenos días señor Martínez.
La voz del hombre me era familiar.
-Está metido en un buen lío.
La voz de la mujer... Eran los que me siguieron hasta callejón.
-¡Me habéis dado veinticuatro horas de plazo! Todavía no...
-Me parece- me interrumpió el hombre alzando una mano en señal de que me callara.-Me parece que no sabes ni quienes somos ni en que lío te has metido. Somos los agentes Garmendia y ella la agente López. Somos de la Agencia Estatal de Inteligencia. El paquete que llevaba contenía una valiosa información, así que devuélvalo inmediatamente y conduzcanos hasta quién se lo pidió. 
Le conté al agente todo lo ocurrido, tras finalizar el relato se pasó las manos por la cara en tono de preocupación y suspiró.
-Me parece que la cosa se está poniendo muy difícil- Pronunció para si Garmendia.