miércoles, 10 de marzo de 2010

El principio de mi fin

La vida es dura, te pone en situaciones muy jodidas. Hipoteca, comida, colegio de los niños, coche… De repente el destino decide pegarte una ostia. “Despedido”. Quince años trabajando en la empresa y termina así. Cuarenta años, edad fatídica, quién me contrata. El banco aprieta, los niños no entienden. “Jubilación a los 67” publica la televisión. Bien, perfecto, para el que tenga trabajo, firmaría trabajar hasta los ochenta si me dieran salida a mi situación. “Cuatrocientos euros de ayuda a los que se les acabe el paro”. O sea que se me acabará el paro, en lugar de decirme que encontraré trabajo me dicen que me dan más paro. Lo peor de todo es que la propia sociedad que te empuja a trabajar, a consumir, a aparentar más que tu vecino, un coche grande… ahora me hace sentir inútil. Antes traía el sueldo a casa, ahora traigo preocupaciones, falta de sueño. Carga compartida con mi mujer. Qué salida tengo. Perder mi casa, pasar hambre y convertirme en un trapo, sin fuerzas para luchar.