Al principio de los tiempos cuando los seres humanos, seres mágicos y los mitológicos compartían la tierra, existía una raza al norte
de Europa conocidos como los hijos de los rayos. Eran seres humanos muy altos,
de entre metro noventa y dos metros, con una musculatura asombrosa pero muy
ágiles a su vez. Se distinguían del resto de tribus del norte por sus
largos cabellos rubios y sobre todo por que tenían los ojos del color azul
eléctrico de los rayos que anuncian las tormentas. Se organizaban como clanes,
había un Señor de la guerra que gobernaba sobre todos y varios jefes de cada clan. En sus
tribus no existían mujeres pues sólo nacían varones. Desde que podían andar eran
adiestrados en el arte de la lucha. Por todo ello y puesto que eran una raza
guerrera y no conocían la agricultura, atacaban a aldeas vecinas matando a
todos los hombres y secuestrando a mujeres para violarlas y que engendraran
a sus hijos. Hubo un momento en que la raza humana comenzó a estar en peligro
de extinción, los hijos de los rayos eran una tribu muy numerosa y estaban
diezmando a toda la población del norte de Europa. Por ello los dioses
antiguos, preocupados por el desorden en su creación, decidieron poner fin a
esta raza superior usando métodos al gusto de las deidades. Usarían el dolor y
el odio.
Esta es la historia de Wulfric, hijo del Wulfila Señor de la guerra de la tribu conocida como los hijos de los rayos que dominó el norte de Europa
durante los primeros años de vida del ser humano, destinado a eliminar su tribu
del árbol genealógico de la raza humana.
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