Pasaron los días y Wulfric empezó a cicatrizar de sus
heridas, volvió a su llano en el bosque al abrigo de una gran roca con el oso.
Encendió una hoguera y fue al riachuelo que pasaba cerca de aquel claro a
pesacar algo para comer. Oyó un grito de mujer que le alertó. Se
puso rápido en pie y oteó todo el cauce y sus orillas, una chica corría
aterrada, Wulfric se zambulló en el río lo cruzó a nado y alcanzó a
la mujer -¿Qué te pasa chica?- dijo Wulfric saliendo del agua
totalmente empapado. -Un oso enorme está en el río. -No te preocupes, viaja conmigo, es un buen amigo. La chica
lo miró extrañada. -Sois una pareja peculiar. Wulfric sonrió. -Qué haces por aquí tu sola. -Vivo en una aldea a medio día de camino desde aquí, el frío
hiela nuestros pozos y tenemos sed, así que traigo agua de aquí. -Ten cuidado chica, el bosque es peligroso. -Me llamo Ana-. sonrió dio media vuelta y se fue. -Me llamo... Wul...fric...- ya se había ido. Pasaron los días, Ana venía todos los medios días a por
agua, poco a poco fueron haciéndose amigos, más que amigos. Wulfric
olvidó la historia que la ninfa le contó sobre el hacha del minotauro. Una
mañana de primavera, la chica no acudió a por agua. Tal vez con el deshielo ya
no necesitaran agua y no mandaban a Ana, pensó Wulfric. No, ya estaban bien
adentrados en la primavera, habria dejado de subir antes, además Ana ya no
subía con cubos, subía a verlo a él. Wulfric decidió bajar al pueblo a ver que
pasaba. Cuando llegó se le heló la sangre. Las casas habían sido pasto de las
llamas, sólo quedaban cenizas. Pero lo peor era el olor
a putrefacción y los cuerpos. Donde quiera que mirase habían cuerpos,
unos con las tripas colgando. Otros con cara de horror ensartados por lanzas,
diversos miembros esparcidos por toda la aldea. No había duda, los hijos de los
rayos habían atacado el pueblo. Su padre había secuestrado Ana. Wulfric llamó a
Akila con un agudo silbido. El oso apareció a los pocos segundos. -Amigo tenemos un minotauro al que matar.
Un libro abierto es un cerebro que habla; cerrado un amigo que espera; olvidado, un alma que perdona; destruido, un corazón que llora.
domingo, 25 de septiembre de 2011
Las Crónicas de Wulfric (Capítulo 4)
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