martes, 1 de febrero de 2011

El viaje de Jaime capítulo 2

Un rítmico y monótono pitido despertó a Jaime. Estaba en un hospital, el pitido era una de esas máquinas que te miden los latidos del corazón a la que se encontraba conectado.
-No se preocupe chico, no está tan grave-. La voz tenía un inconfundible acento cubano.
Miró al fondo de la habitación del hospital y vio a un mulato de unos cincuenta años limpiando.
-Me llamo José, pero aquí todos me llaman pepito el grillo, ¿sabe por qué, no?- y estalló en una sonora y gutural carcajada. Se acercó a Jaime.
-Usted debe ser...- le cogió la mano y miró la pulsera de ingreso- Jaime, pone aquí. Ah si, he oído que han ingresado a un chico joven con amnesia, debe ser usted. Tranquilo dicen que no es grave, que es por el estrés del accidente. Por cierto despidase de su carro, quedó destrozadito.
Jaime estaba mareado, no recordaba nada y las aceleradas palabras de aquél mulato le llenaban la cabeza.
Esa misma tarde le dieron el alta, se quedó parado en la puerta del hospital sin saber dónde ir.
-¡Camarada!
Estalló una alegre voz tras él. 
-Qué bueno, ya le dieron el alta. Seguro que no tiene a dónde ir. Venga con migo sólo hasta que se cure. Usted tranquilo que no lo voy a violar ni nada de eso-. Y estalló en otra carcajada. 

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