La noche era fría, la niebla bañaba todo la ciudad, acariciándola sensualmente. Era difícil caminar, la visión era muy escasa. El agudo sonido de un coche derrapando me asustó. No se bien por qué empecé a correr cogido por un nudo de terror. El pánico no me dejaba respirar por lo que tuve que esconderme un par de manzanas más adelante. Era un callejón. Oía aproximarse unos pasos. Parecían de dos personas diferentes. Empezó a llover. Me giré y divisé unos contenedores y la puerta trasera de un restaurante asqueroso abierta. Tuve que decidirme rápidamente.
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